Cultura, mente y educación. Unidades 2-3-4.
Después de releer los textos y las notas sobre los temas de esta unidad, me encontraba dando vueltas sin encontrar un modo de conectar todos ellos, hasta que ha caído en mis manos un artículo del suplemento del domingo. A partir de la información que les ha proporcionado uno de los genes que han podido aislar en unos restos de neandertales encontrados en el yacimiento Asturiano de El Sidrón, han podido deducir, en contra de lo que se afirmaba, que estos ya tenían lenguaje, eso sí más limitado que nosotros. Esto me ha devuelto nuevamente al trabajo que había comenzado y las ideas han empezado a interconectarse, o eso creo.
El lenguaje verbal oral es un sofisticado código de trasmitir información, a los demás y a uno mismo. La realidad está semióticamente mediada y uno de los mediadores semióticos por excelencia es la comunicación verbal oral que paralelamente se vuelca sobre nosotros mismos, imponiendo una dirección categorial al pensamiento. Volviendo al artículo de los Neandertales como punto de partida para mi reflexión, recojo una cita literal del artículo: “su lenguaje debió de ser más limitado que el nuestro, pero no porque pudieran emitir menos fonemas. La razón principal la tenemos en que nuestro lenguaje requiere, de manera constante, de una memoria operativa de gran capacidad”. Esto nos encajaría con las teorías psicológicas sobre el desarrollo humano de corte más piagetiano, que nos dicen que este sigue un proceso natural, por tanto, si no habían alcanzado el nivel cognitivo necesario para almacenar más fonemas, de ningún modo lo podrían adquirir, ni siquiera con una intervención exterior.
Sin embargo, el lenguaje verbal no es el único código para tal fin, imaginémonos a estos sujetos en su medio, seguro que sabrían interpretar una huella en el suelo cuando iban a cazar, sabría distinguir los frutos comestibles, cuando el cielo amenazaba lluvia…De tal modo, que aún no utilizando el lenguaje oral de un modo tan complejo como lo usamos nosotros ahora, vivían rodeados de signos, que lo son porque saben interpretarlos. Del mismo modo que cuando nace un individuo de nuestra especie, no tiene que inventar la electricidad de nuevo para poder pulsar un interruptor, los neandertales no tenían que reinventar la interpretación de los signos de su medio ya que sus coetáneos, con palabras de Umberto Eco, se los habían enseñado a leer. Estos signos, se habrían convertido en signos culturales, que tendrían sentido dentro de los grupos que formaban: “la educación es la encarnación de la forma de vida de una cultura” (Bruner). Por tanto, y en la línea del pensamiento y las teorías sobre el desarrollo de Vygostki, la enseñanza y el aprendizaje serían fundamentales para poder adaptarse a su entorno y a su especie. La educación, así deja de ser exclusivamente un viaje en solitario, para convertirse en un viaje compartido, que requiere de nuestra implicación para ir haciendo camino, pero también contamos con la ayuda de guías más o menos especializados.
Nuestra especie, a diferencia de los neandertales, cuenta con distintas instituciones donde aprender y varían además según las culturas. Una de esas instituciones es la escuela; en nuestro caso concreto obligatoria hasta los dieciséis, puesto que cuanto más tiempo pase un chico en ella, más posibilidad de salir con más aprendizajes. Este hecho nos permite constatar, que en general ya no se cuestiona la función de la escuela en el desarrollo y socialización de las personas.
El aula es un contexto complejo, donde hay diversidad de elementos y donde se producen enseñanzas, aprendizajes, interacciones. La forma en que todos esto elementos interactúan entre sí va ha incidir sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje. Lo que ocurre en el aula ha sido objeto de estudio en las últimas décadas desde distintos enfoques, cada uno poniendo el foco de interés en aspectos diversos y en ocasiones contrapuestos, pasando de estudiar al profesor como elemento clave del aprendizaje de los alumnos (paradigma proceso-producto), al alumno como agente principal y responsable de sus aprendizajes (paradigma cognitivo), hasta llegar a la relación, profesor-alumnos-contenidos (paradigma ecológico) donde ya no se centran en uno de los elementos de la triada, sino en los tres de manera conjunta observando como la relación entre ellos inciden en el aprendizaje.
Esas actividades que tienen lugar en el aula, requieren de un instrumento para poder ser construidas conjuntamente por profesores y alumnos, por lo que el lenguaje va a ser un elemento importante para ello. Como señalaba anteriormente, el lenguaje tiene una gran importancia como medio comunicativo que además favorece la génesis de los procesos psicológicos superiores, por lo que cabe esperar que sea un contenido esencial de la educación. Pero el lenguaje no puede quedarse en un contenido ya que constituye la clave para explicar y mejorar el proceso de enseñanza aprendizaje. En el aula aprendemos las reglas básicas de la comunicación, se asumen las características del discurso educativo (regla de los dos tercios, estructura IRF), pero también utilizamos el lenguaje para representar nuestros propios conocimientos, poder expresarlos, contrastarlos, negociarlos… por medio del lenguaje se va entretejiendo la dinámica del aula. Es importante por tanto un uso apropiado del lenguaje que nos permita participar de un modo adecuado en la interacción con los otros y con el medio, favoreciendo una mejor comprensión y construcción colaborativa de los significados de los contenidos escolares y de las tareas.
Se puede considerar un aspecto importante dentro del aula el uso del lenguaje. Pero no menos desdeñable sería crear las condiciones que favorezcan su uso en la interacción entre los alumnos y los profesores. Hay modos y usos del lenguaje que pueden favorecer la participación, la puesta en común de las ideas para contrastarlas con los otros, pero no es suficiente si no se generan las dinámicas más propicias para ello. Cómo se use el lenguaje en el aula, puede incidir en el tipo de relaciones que se generen, y a su vez las interacciones entre los alumnos y con los profesores influyen en el aprendizaje. Así una situación en la que es el docente es el que más tiempo invierte en la comunicación, deja poco espacio para la interacción y la cooperación entre los alumnos.
Vamos a ocuparnos ahora en los tipos de situaciones que favorecen el aprendizaje ¿cuáles serían ? Diversos estudios han constado la superioridad de las situaciones cooperativas en los aprendizajes. Pero esta premisa no siempre se cumple, ya que en función de la conjunción de varias características tanto del grupo, de la tarea, como de la intervención del profesor, se darán o no las condiciones óptimas para el desarrollo y adquisición de conocimientos. Aunque el profesorado de infantil y primaria, tal como nos mostraban los estudios de Pozo, tienden a incorporar en sus dinámicas esas situaciones cooperativas, en las aulas de secundaria, el papel del profesor sigue siendo central, dejando escaso espacio a la participación del alumnado.
Controlar todas estas variables es una tarea compleja, y una gran responsabilidad del profesor que debería tenerlas en cuenta en sus prácticas docentes. Pero nos encontramos nuevamente con las teorías implícitas de los docentes, que encorsetan su pensamiento pedagógico y sobre todo su modo de actuar y de organizar el espacio del aula. En este espacio, tal como nos indican Colomina y Onrubia, podemos reconocer no sólo procesos cognitivos, sino también procesos afectivos que pueden derivarse de la experiencia educativa del alumno por un lado y que pueden influir así mismo en el desarrollo de capacidades y actitudes para el aprendizaje. Creo que desde esta constatación, se me amplia y completa el significado de las ideas de Pozo en relación a la motivación cuando afirma que esta no es esencialmente causa del aprendizaje, sino consecuencia. El alumno no sólo mostrará mejor disposición por el hecho de tener competencias para el dominio de las tareas, sino por los sentimientos que le genera el tenerlas para enfrentarse a esas tareas.
Constatamos una vez más que el proceso de enseñanza – aprendizaje que tiene lugar en el aula, es algo complejo, en el que intervienen multitud de variables todas ellas en estrecha relación y dependencia. Conocer y manejar todas ellas, constituye un reto para el docente, pero también para el alumno que deber colaborar en su desarrollo.
Me gustaría concluir esta reflexión utilizando una metáfora de Kegan donde creo que se recogen las características que debieran comprender el proceso educativo actual. Kegan identifica la educación como la construcción conjunta de un puente, para así posibilitar el desarrollo mental. Para ello sería necesario considerar a ambos lados por igual buscando un fundamentación firme para que el estudiante pueda pasar de un lado a otro. Por su parte el profesor debería aceptar la forma de entender de los estudiantes evitando “criticarlos”, e invitándoles a construir su propio conocimiento para poder cruzar al otro lado. La construcción de dicho conocimiento entendido como un proceso dialéctico entre profesor y alumno simularía la construcción conjunta de dicho puente (andamiaje) que permite en última instancia pasar de un lado a otro de la orilla.
BIBLIOGRAFÍA.
Coll,C, Palacios, J y Marchesi, A. (2005) Desarrollo psicológico y educación.2 Psicología de la educación escolar. Madrid: Alianza.
Eco, U. (1980). El Signo. Barcelona: Labor. Capitulo 1.
Kegan, R. (2003). Desbordados.Bilbao: Descleé de Brower. Capitulo 3.
Miras, M. ( 1990). Educación y Desarrollo. Barcelona. Infancia y Aprendizaje.
El país semanal. Neandertales, mas cerca de nosotros.
1 comentario
Sol -
En la misma línea que tu anterior reflexión, Jaione: espléndida, interesante, sugerente...
Un saludo