CULTURA MENTE Y EDUCACIÓN. Unidad 1

Si algo nos diferencia de las otras especies animales, es nuestra capacidad de enseñar de manera intencionada y sistemáticamente. Podemos reconocer diferentes tipos de aprendizaje; ensayo-error, imitación, pero sólo hay uno específicamente humano, la enseñanza, la cual juega un papel importante en la supervivencia de la especie humana, ya que gracias a ella recibimos el conocimiento acumulado a lo largo de la historia sin necesidad de volver a repetir todo el proceso que llevó a esos conocimientos, para lo cual no tendríamos años de vida suficientes.En el momento histórico en el que nos encontramos, son numerosos los estudios orientados a dar respuesta al cómo aprendemos. Hoy se sabe mucho al respecto pero todavía no contamos con una respuesta definitiva.Enseñar no es una cuestión baladí, ya que presupone, entre otras cosas, que el que enseña está dotado de una teoría de la mente que le permite conocer dónde se encuentra el aprendiz, lo que le permite ajustar las estrategias más adecuadas para ayudarle en su adquisición de conocimientos. Juan del Val nos muestra cómo este proceso se desarrolla de manera natural en los adultos cuando entran en contacto con niños, pero que va desapareciendo a medida que el niño crece y sobre todo cuando los contenidos no hacen ya referencia a cuestiones básicas de la supervivencia, sino que se van complejizando y adquieren carácter científico. Puede resultar un tanto extraño que esta cuestión afecte también incluso aquellos que tienen como profesión enseñar, sin embargo, la capacidad intersubjetiva también se cultiva y para establecer el estado del aprendiz, percatarnos de las dificultades que presenta y buscar el modo más eficaz para ayudarle, requiere del profesor una continua formación en las teorías de la educación, para saber cómo se desarrolla la mente del niño, las capacidades mentales en cada etapa del desarrollo, qué condiciones facilitan un aprendizaje más significativo, y de este modo favorecer el ajuste del contenido educativo y los estado mentales. La teoría de la educación debe tener en cuenta consideraciones sobre la naturaleza de la mente, así como de la cultura, ambas dimensiones en estrecha interacción.El aprendizaje se da en diferentes ambientes, y el que se produce en el contexto escolar es uno más. Según algunos expertos en la escuela se producen una parte mínima de nuestros aprendizajes, lo cual no parece guardar coherencia con la importancia que se da a los contenidos que se transmiten en la escuela. Si esto es cierto, ¿no deberíamos plantearnos entonces qué enseñar y cómo enseñar?, ¿cuál tiene que ser el papel de la escuela? sobre todo teniendo en cuenta la sociedad de la información en la que nos encontramos, en la que tenemos acceso a cantidades ingentes de información. Parece ser que en los primeros años de la enseñanza la escuela crea situaciones de aprendizaje que son significativas para la vida de los alumnos, pero según avanzamos en los niveles educativos, los contenidos se van desvinculando de las necesidades, lo cual puede generar una disfuncionalidad, con lo que los aprendizajes serán menos relevantes, por lo tanto no será de extrañar, como dice Bruner, que nos encontremos alumnos aburridos, que no desmotivados, en el aula, ya que la motivación no sólo es causa del aprendizaje, sino sobre todo consecuencia del mismo.Siendo conscientes de que nuestra realidad requiere otros modos de enseñar, donde las habilidades, procedimientos y la inducción al metaconocimiento, deben primar sobre los contenidos; sabiendo que la sociedad de la información necesita personas que sepan gestionar ese conocimiento, de conocer las distintas perspectivas y ser crítico; teniendo cada vez más acceso y conocimiento sobre cómo funciona la mente del niño, las metodologías que favorecen aprendizajes significativos, siendo conscientes de todo esto ¿por qué a los profesores nos cuesta tanto cambiar? ¿por qué seguimos culpabilizando el escaso interés y motivación del alumno sin cuestionarnos nuestro papel como docentes? Creo que aunque se conocen las nuevas formas de enseñar, éstas no están interiorizadas, y somos arrastrados por las teorías implícitas que son las que determinan en el día a día nuestro modo de actuar. Es complejo cambiar las teorías implícitas que tenemos. En el estudio que nos presenta I. Pozo y cols. sobre estas teorías en los profesores, observamos como los docentes, que dependiendo de los escenarios optan más por una teoría u otra, tienden a elegir teorías constructivistas e interpretativas, y observamos cómo son los docentes de primaria los que tienden más a las teorías constructivistas ya que la tendencia a trabajar procedimientos en infantil y primaria favorece el desarrollo de ese modelo teórico, sin embargo en secundaria, aún habiendo experimentado algunos de los postulados de Bruner, ya que en general todos hemos vivenciado, por ejemplo, que el trabajo cooperativo tiene ventajas cognitivas al trabajar sobre la zona de desarrollo próximo entre iguales, y es un aprendizaje prosocial donde se trabaja la empatía, lo utilizamos puntualmente. Creo que no hay reforma en el profesorado si no se modifica el pensamiento y con ello sus actitudes y sus hábitos. Jaume Carbonell señala algunos factores que dificultan este cambio, como la resistencia del propio profesorado, acomodado en su rutina que le proporciona seguridad y comodidad, así como la falta de formación y falta de apoyo institucional y de organización escolar. Es cierto que la disposición de las aulas, la estructuración de los horarios no favorece determinadas prácticas, pero también creo que no podemos esperar a tener todo a nuestro favor para ir adaptando nuestros modos de hacer. Es costoso, requiere tiempo de preparación y sobre todo de formación. El aprendizaje de la cultura, en la cultura en la que nos encontramos, demanda una nueva cultura del aprendizaje que se va perfilando continuamente, ya que la rapidez de los cambios requieren nuevos reajustes a los que tenemos que adaptarnos continuamente para no caer en un malestar y pesimismo sobre nuestra actividad docente y sobre el bajo rendimiento de los alumnos “cuando no saben citar todos los golfos y cabos de la península”. Me gustaría terminar esta reflexión citando una sugerente frase de Plutarco, que ya desde el siglo primero de nuestra era nos invita a reflexionar sobre nuestra cultura de la enseñanza y del aprendizaje, en definitiva sobre nuestra teoría de la educación. “El cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender”. (Plutarco)
2 comentarios
Sol -
Y si además, has iluminado a una compañera, aún mejor: un excelente ejemplo del aprendizaje entre iguales!
Enhorabuena, soy consciente de la dificultad y del trabajo que supone. Sigue así.
Un saludo,
Inma -
Felicidades por tu comentario, me ha gustado mucho como has enlazado los aspectos tratados en el módulo. La verdad, que me he encontraba en uno de esos momentos de "conflicto creativo" o como se quiera llamar, porque son tantos los textos que hemos leído, que me cuesta unirlos. Gracias por aportarme un buen ejemplo. Espero que me ayude a desbloquearme.
Un saludo.
Inma